El avenc del mig,
junto con el ample y el estret, son las simas más conocidas del término
municipal de Vall de Ebo.
Estos impresionantes pozos que superan los cien mts
de profundidad en los casos del mig y el estret, han sido usados como escuela y
escenario de prácticas de rescate por multitud de grupos de espeleo. Por ese
motivo cuentan con numerosas vías montadas en sus paredes, que facilitan su
exploración.
Los tres avencs se encuentran muy cerca uno del otro, una vez
pasado el pueblo de Ebo siguiendo la carretera dirección a Pego pasamos un
mirador desde el que disfrutamos de una
bonita vista del también muy famoso barranco del infierno. A muy pocos mts
después del mirador se abre a nuestra izquierda una pista en buen estado que
indica un refugio de montaña; la tomamos y enseguida vemos el Ample justo al
lado del camino, seguimos un poco más y a la izquierda vemos un pequeño
aparcamiento para dos vehículos y detrás de un pequeño barranco jalonado de
bancales abandonados, los dos avencs muy juntos.
Seguimos la senda que baja en
dirección a los bancales y en menos de diez minutos estamos sobre el Mig.
La
distancia desde la carretera es de un km aproximadamente.
La gran boca de unos veinte mts cuadrados está rodeada de
matorral típico mediterráneo.
Una vez instalada la cabecera eligiendo entre una
variedad de espit y parabolt que
encontraremos iniciamos el descenso del impresionante pozo de ochenta mts de
profundidad que realizaremos volados gran parte del descenso, nosotros solo
fraccionamos dos veces, pero ya digo que a lo largo del descenso podemos ver
instalaciones para todos los gustos.
Este pozo está repleto de concreción en
todo su recorrido, que junto al color verde de varias intensidades que le da el
musgo adherido a sus paredes hacen de este espectacular pozo uno de los más
bonitos de la provincia.
Una vez en su amplia base tenemos una plataforma
horizontal donde hay en la pared un botiquín metálico con el libro de firmas.
Descendemos el cono de derrubios y vemos una pequeña ventana a la que se accede
sin dificultad, tras ella se abre un pequeño pozo de unos seis mts que nos deja
en una pequeña sala donde vemos que se ha estado excavando un pozo en el suelo
de la misma en busca de continuación de la sima. El suelo de tierra de la sala
si se pisa fuerte suena como hueco, sin duda este motivo ha llevado a algunos
compañeros entusiastas a iniciar esta excavación.
Y aquí termino nuestra visita
a esta bonita cavidad que siempre recordare con especial cariño por ser la última
actividad que realice con un gran amigo que ya no está entre nosotros. A él
quiero dedicar este texto y como escribimos en el libro de visitas: “Juntos en
el techo de Europa y juntos en el centro de la tierra”.
José Manuel, amigo, se
que estarás con nosotros siempre que colguemos de una cuerda.
PEDRO HERRERO GARCIA
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