jueves, 12 de septiembre de 2019

CM002 CONEXIÓN - CUEVA DE LOS CHORROS (ALBACETE)


   Una vez más, gracias a la invitación de nuestros compañeros del grupo “Gran Chaman” de Alpera, tenemos la oportunidad de visitar una cavidad mítica en el mundo de la espeleología, la cueva de los Chorros. Durante muchos años la exploración en Chorros ha estado condicionada por el paso del largo sifón vera. Este complicado paso obligaba a un costoso porteo de material por parte de los buceadores para poder montar un campamento base al otro lado del sifón. Después, un pequeño equipo podía continuar con la exploración de la cueva. 
   Hace unos años, un grupo de estos intrépidos espeleólogos dieron con una entrada por detrás del sifón, y que a partir de entonces facilitara enormemente la exploración de este sector. La nueva boca fue bautizada como CM002 conexión o espeleuka, y esta es la elegida para nuestra nueva aventura en el mundo subterráneo.
 
  Para llegar a ella salimos de Riopar, pasamos el puerto del arenal cogiendo una buena pista forestal a la izquierda que nos dejara en la puerta de entrada de una ganadería de reses bravas. Aparcamos y accedemos dentro de la finca vallada por una pequeña puerta peatonal que cerramos tras nosotros. La pequeña boca está bastante cerca y pronto estamos equipándonos sobre ella. Nada que ver con la espectacular y grandiosa entrada de Chorros. Como en muchos grandes sistemas de cuevas, nos sorprende que esta pequeña y discreta boca nos de acceso a tan inmensa y compleja red de galerías subterráneas que todavía en exploración, no deja de dar nuevas y gratas sorpresas a los espeleólogos que trabajan en ella. 
   Nos dejamos caer a una cómoda repisa que nos lleva a una empinada rampa con cuerdas fijas, por las que nos deslizamos pasando una estrechez sin problemas. La subida será otra cosa nos advierten divertidos los compañeros. A nuestros pies se abre la angosta gatera inundada que nos da el primer e inevitable remojón, metemos las piernas y nos tumbamos en el frío charco de agua que pasamos rápidamente. La siguiente gatera es más amplia y la pasamos gateando mojándonos nuevamente.
   Salimos a una buena galería totalmente lavada donde nos reunimos todos de nuevo y ya están los compañeros equipando un pozo de unos veinticinco metros que tenemos que descender. Un corto pasamanos nos deja sobre el volado que bajamos cómodamente hasta el suelo. La alta y alargada sala es una gran fractura por la que avanzamos por una amplia repisa hasta anclarnos al largo pasamanos ascendente que tenemos que superar. 
   Entramos en una amplia galería un poco desfondada que nos hace avanzar con precaución entre las mil formas extravagantes que el agua ha tallado en la roca, siguiendo por una zona de arcilla colmatada llegamos al final del túnel, el grandioso pozo speos.









  
  Esta sima nos obligara a hacer un péndulo a la repisa de enfrente, ya que para nuestro recorrido previsto no tenemos que descenderlo por completo, esto nos llevaría a otros sectores de la cueva. Una vez superado este paso continuamos nuestro camino siempre por cómodas y amplias galerías donde admiramos bonitos gours, coladas y grandes formaciones. Bajamos algún corto paso equipado con cuerdas fijas entre bellos espeleotemas hasta darnos cuenta de que estábamos al principio de la galería de la arcilla y este no es el camino. Retrocedemos un poco y pronto vemos el concrecionado pozo por el que tenemos que continuar.
   Se entra por una pequeña ventana que hay al lado del pozo y enseguida vemos el pasamanos que nos permite bajar con seguridad. Una vez bajo avanzamos entre grandes charcos y vemos una cuerda fija para subir a otra galería a nuestra derecha, dudamos ya que se oye el ruido del rio que es donde nos dirigimos. Unos compañeros siguen y ven una bajada pero que nadie reconoce. Subimos por la cuerda el túnel superior y llegamos siguiendo la galería entre algún charco grande a un resalte de cuatro metros con una cuerda fija. Por aquí vamos al pasamanos entre el estruendo del rio que corre a unos diez metros bajo nuestros pies. La cuerda está instalada sobre una buena repisa que seguimos hasta un rapel que nos deja en el mismo río. En pocos metros el rio desaparece para reaparecer enseguida sobre el lago Rubén. Nosotros bajamos entre cantos rodados por la negra y lavada galería a la orilla del lago. 


          
   Este lago es alargado y no muy profundo, así que empezamos a inflar uno de los botes para comenzar su cruce. Aprovechando el cable guía instalado y una cuerda que usamos para recuperar el bote, no tardamos mucho en estar todos en el otro lado. 
   Pasado el lago llegamos a un cruce, nos desviamos a la derecha y nos dicen nuestros compañeros que volveremos por la izquierda en unas horas. Continuamos por la galería ascendente entre grandes bloques sintiendo ya la inmensidad de esta cueva, dejamos atrás pozos y grandes galerías que se pierden a derecha e izquierda de nuestro camino. Encontramos el viejo cable telefónico que permitía la comunicación en otros tiempos con el campamento base a través del sifon Vera, y que queda como mudo testigo de las enormes dificultades que tuvieron que superar nuestros antecesores para recorrer este sector de la cueva. 
   Siguiendo el cable y sin perdida posible llegamos al campamento donde decidimos comer algo para reponer fuerzas. El vivac está situado en una alargada galería de tierra compactada, tiene alguna silla y unos largos plásticos con unas colchonetas. Después de haber comido algo y antes de empezar a enfriarnos empezamos a recoger las cosas para continuar. Atravesamos el campamento y cogemos una galería a la izquierda bastante más pequeña comparada con las anteriores pero cómoda de recorrer. El suelo sigue siendo arcilla colmatada, un corto pasamanos sobre un pozo que lleva a otros sectores nos deja en una galería similar a la que traemos desde el vivac. 
  El camino vuelve a ganar amplitud y nos vemos en la orilla de otro lago. Volvemos a sacar el bote y la cuerda para recuperarlo y comenzamos la travesía. Como la vez anterior vamos bastante rápido y pronto estamos de nuevo en movimiento. Las dimensiones de la cueva, la grandiosidad de las galerías junto a la belleza de sus lagos y pequeños rincones que vamos encontrando nos quitan el aliento. No dejamos de recordarnos lo afortunados que somos por estar haciendo este recorrido de auténtico lujo gracias a nuestros compañeros que conocen bien esta inmensa y laberíntica cavidad. 
  Llegamos por fin al famoso sifon Vera, el cual contemplamos desde lo alto recordando que hace poco tiempo estábamos mirando el sifon al otro lado, desde el sector de Chorros con los mismos grandes compañeros. Este es el final del recorrido que teníamos previsto, ahora emprendemos el regreso porque todavía nos queda mucho camino y mucho que disfrutar hasta la salida. No tardamos nada en volver a sacar el bote ya que nos encontramos con el profundo lago de verdosas aguas T. Miro. La trepada de salida por la otra orilla tiene su miga.
   Se notan las horas de actividad que llevamos mientras trepamos entre las rocas. Tenemos una magnifica vista aérea del desembarco de los siguientes compañeros desde las repisas donde nos vamos acomodando. 
   Pasamos un corto tramo algo estrecho y salimos a una magnifica fractura de brillante color negro por la que avanzamos buscando las abundantes repisas y apoyos que nos permiten disfrutar de este bonito paso. Andamos por grandes galerías y no tardamos en volver a encontrarnos en la orilla del lago Rubén. Repetimos el procedimiento con el bote por última vez y con la misma rapidez estamos todos en la otra orilla del lago. A partir de aquí ya vamos reconociendo el recorrido y ya no dudamos en los cruces que vamos dejando atrás. El pozo speos nos vuelve a recordar las horas de esfuerzo que llevamos, agradecemos que sean relativamente pocos metros los que tenemos que subir. 
   Bajamos el pasamanos de la fractura con cuidado y con la siguiente subida nos pasa lo mismo, se hace larga y pesada a pesar de ser solo veinticinco metros que nos separan de las gateras de la salida. Notamos el aire de la salida en la cara, vamos dándonos el remojón correspondiente en las dos gateras inundadas y solo nos queda comprobar la famosa y resbaladiza rampa ahora bien mojados y con barro en los monos. Gracias a los peldaños oportunamente instalados en la estrecha rampa, a la mayoría les cuesta relativamente poco superar el paso y agarrar las cuerdas que te permiten llegar a la repisa. Pero otros compañeros sudan la gota gorda, resbalan y no encuentran los apoyos para los pies. 
  Cuando estamos arriba jadeando por el esfuerzo, miramos asombrados lo que no dudamos en calificar como el paso más penoso y que más ha costado de superar en esta inmensa cavidad. 
  Quiero agradecer a los compañeros del grupo “Gran Chaman” que nos hayan guiado por esta gigantesca e impresionante red subterránea en la que hemos disfrutado junto a ellos de espeleo de la buena y con mayúsculas.



PEDRO HERRERO GARCIA.               

No hay comentarios:

Publicar un comentario